Las cicatrices no son más que la forma que tiene la vida de RECORDARNOS que un día estuvimos heridos, pero conseguimos salir adelante.

Aunque las cicatrices no son agradables a nivel estético, deberíamos poder revertir nuestra forma de pensar con respecto a ellas, y en lugar de intentar ocultarlas o camuflarlas a toda costa, como todos solemos hacer, deberíamos ser lo suficientemente valientes de exponer esas pequeñas marcas e incluso poder decir con orgullo:

Estuve herida pero conseguí curarme, y esto lo demuestra”

Y no sólo hablo de las cicatrices del cuerpo, hablo también de las del alma.

Las cicatrices del alma son en cierta medida bellas.
De hecho, creo que las personas más bellas a nivel interior son aquellas que alguna vez estuvieron heridas.
Pues son precisamente éstas las que un día se rompieron y tuvieron el valor de reconstruirse.

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